Esta entrada me ha costado mucho escribirla. Desde que la idea vino a mi cabeza estoy dándole vueltas y vueltas.
Trata sobre duelos en vida. Duelos que uno hace sin haber perdido físicamente a la persona en cuestión.
Nuestra familia es la que es y no la podemos cambiar. Habrá cosas que nos gusten, otras que no, y otras que nos den igual. Uno se va haciendo mayor y necesita cortar ese cordón umbilical ficticio que sigue habiendo entre el núcleo familiar en el que nació y se educó, y el que crea después.
Soy madre de dos hijos, Hugo y Bruno y, sí, es cierto, me cuesta asimilar la idea de que un día ya no vivirán conmigo, harán su vida, no tendrán que dar explicaciones… Será difícil, pero también será gratificante y disfrutaré al comprobar cómo esas dos personitas que estuvieron dentro de mí se han convertido en dos hombres inteligentes, con herramientas para afrontar las cosas que la vida les presente, sensatos. Estaré agazapada esperando a actuar si ellos me lo piden, pero tienen que vivir su vida, a su manera. Nada me gustaría más.
Cuando, como padre, no consigues dar ese enfoque a la madurez de tus hijos, surgen los conflictos. Lo que ellos quieren puede no ser lo que tú consideras adecuado, pero ya se han hecho «mayores”. En ese momento, como hijo, intentas razonar con tus padres, explicarles, hacerles entender… pero a veces les cuesta dejarte cortar el cordón.
Alguna vez que he compartido estas sensaciones con amigos, el comentario más habitual suele ser el de “bueno, son tus padres, qué le vas a hacer, acéptalos, ellos son así.”
NO.
Todo eso es verdad, son mis padres, son así, los adoro y no los cambio por ningún otro, pero sí que puedo hacer algo: alejarme de lo que me gustaría y, una vez que me he despedido de ese ideal, entonces sí, aceptar la realidad. Es a esto a lo que me refiero con el duelo en vida.
No se trata de desaparecer. Muy al contrario, se trata de estar y estar bien, sin tener que cansarte por intentar cambiar el punto de vista del otro.
Le doy las gracias a mis padres, a los que dedico estas líneas, porque me han educado tan bien que ahora:
Soy capaz de tomar mis propias decisiones.
Aprendo de mis errores.
Disfruto de las cosas buenas de la vida incluso cuando no todo es bueno.
He adaptado sus normas para crear las mías.
Amo a otra familia igual que ellos aman a la suya.
Esta entrada también se la dedico a mis hijos, para que cuando un día sean mayores y les dé por leer las ocurrencias que su madre escribía, puedan comprender mejor lo que pienso y cómo les quiero. Y también a mi hermano, te quiero.
Una vez más…¡¡¡¡ se me ha hecho corto!!!!!
En cuanto al tema que nos ocupa, y también como madre de dos hijos de 7 y 4 años respectivamente, me pongo del lado de los padres que debemos aprender a cortar ese cordón umbilical y que aunque ahora movemos los hilos de casi todo lo que concierne a nuestros hijos, deberemos aprender a que ellos vayan siendo responsables de sus decisiones, de sus fracasos y en definitiva, de su día a día.
Será duro pero será todo un logro cuando apretemos los dientes y veamos vivir la vida de aquellos que formaron la nuestra y que, a su vez, tienen la suya.
¡Eres insaciable! 🙂 Habrá que aprender a hacerlo, ellos serán adultos y no podremos seguir moviendo esos hilos, de hecho, no debemos. ¡Un beso!
Gracias a ti¡¡ por permitirte enseñarte una forma de ver la realidad, tu realidad, que es totalmente diferente a la que tu entorno, tus padres, tus hijos ven. Por ello cada uno tiene en función de lo que le rodea, comenzar a establecer su mundo y saber que su realidad si la puede modificar y hacerla cada día mejor (como tu estas haciendo) y si cambiamos nuestra forma de ver, nuestra forma de relacionarnos será mejor y lo haremos desde el acercamiento y no desde el rechazo y la obligación.
No podemos seguir adaptándonos a los otros y repitiendo patrones antiguos….hay libros que se cierran y otros que se abren y con cada sistema familiar…..empieza un nuevo libro.
Me encantas¡¡¡¡ muy buena publicación
¡Ay Rita que me voy a emocionar! Lo has resumido perfectamente, sabes de lo que hablo 😉 Muchas gracias, me encanta saber que estás por aquí. ¡Besos!
Es un tema muy duro…hay cordones umbilicales muy fuertes que no parecen desaparecer nunca y cuando intentas cambiar las cosas se produce un huracán ¡qué digo un tsunami!
Todo surge de un amor sobreprotector, excesivo que lleva a ahogar las aspiraciones individuales de los hijos….espero no cometer el mismo error con mi pequeño, me encantaría verle crecer como persona individual y única, especial y diferente a la mía. ¡ ojalá lo consiga!
Bien explicado no, lo siguiente. No lo vas a cometer cariño, lo tienes presente y sabrás aceptar que se convierta en esa persona tan maravillosa que va a ser, independiente y fuerte. Mil besos.
Tengo que admitir que esa entrada no solo me gusta…sino que la vivo de cerca 😉 Estoy más que de acuerdo con Rita y comparto totalmente su vision. Yo soy francés y hace ya casi 14 años que vivo en España y, por lo que he visto y vivido, me parece a mí que en España, en general, los padres están siempre muy presentes en la vida de sus hijos…en cambio, en Francia, no están tan entrometidos. ¿El porque? No lo sé…pero yo tengo claro que mis hijos tendrán que volar con sus propias alas y tendrán que tomar sus decisiones solos…y si no estoy de acuerdo, me tendré que aguantar y apoyarles en todo. Me toca como padre desvincularme poco a poco y cortar ese cordón ficticio según vaya creciendo para que mis dos hombrecitos se hagan hombres del todo…
Vaya nivel que tiene mi fotógrafo, me siento afortunada por contar con tu apoyo. Muac.
Fantástico MC y sabes que estoy completamente de acuerdo. Los hijos no son de nuestra propiedad y nuestro deber como padres además de amarlos es educarlos y dotarles de herramientas y habilidades para que sean adultos responsables y felices y tomen decisiones propias, nos gusten o no estas decisiones.
Miro a mis hijos y me hace feliz el que tengan la libertad de buscar su propia felicidad, y por eso lucho cada día.
Así es como entiendo yo también el concepto de educar. ¡Besos!
Por la forma en la que me educaron en mi familia me hace entender que en el momento en el que damos a luz a nuestros hijos comienzan un camino que culminará en su propia autonomía, lo veo algo natural y nada traumatico……. el cordon umbilical se corta en el momento de nacer.
Yo te hablo como madre de una persona de 28 años. Tengo 52. Sali de mi casa a los 21. Mi hijo se independizó justo hace ahora un año. Aún hoy hay quien no entiende, que su padre y yo, hicimos lo posible por educarle y acercarle las herramientas necesarias para que esa emancipación no fuera excesivamente tardía. Y sí, ya verás que felicidad vas a sentir el día que notes que tus hijos han roto el cordón, que vuelan felices y que saben perfectamente que vosotros estáis ahí para todo lo que necesiten. Besitos.
Esperanza, ¡qué alegría encontrarte por aquí! Me encanta que me cuentes tu experiencia. Me has entendido bien, eso es justo lo que yo quiero que me pase con mis dos chicos. Mil besos.
¡Ay MC! Ojalá fuera tan fácil. ¿Qué vas a hacer cuando uno de tus hijos te diga: «mamá, me traigo a vivir a casa a mi chica porque no tenemos para el alquiler del piso?» o, «mamá, dejo los estudios y me tomo un año para ver el mundo» (Esto lo hacen mucho en el extranjero pero aquí, no sé no sé). ¿Estarán «nuestros hijos» preparados para vivir una experiencia así, sin consecuencias graves o duraderas? ¡Pues prepárate o mejor aún, PREPÁRALOS! «Los tiempos cambian que es una barbaridad», como dice Don Hilarión. Los de mi generación (tengo 51) no podíamos «cortar» los lazos si no era casándonos. Consecuencia: cortábamos con el padre y nos atábamos al marido. Pero afortunadamente Don Hilarión tiene razón.
¡Qué capacidad de síntesis en solo cinco líneas, Julia! Prepararme y prepararlos, eso es. Y agradecer que los tiempos cambien. ¡Un beso fuerte!