La semana pasada participé en un encuentro para mujeres que moderó Beatriz de la Iglesia.
En el encuentro participamos once mujeres, unidas por Cristina y por Beatriz. Once mujeres completamente distintas, en apariencia. Cada una teníamos una edad diferente, vivimos momentos distintos, pero cuando finalizó la ronda de presentaciones, me di cuenta de que hay algo que nos identifica a todas por igual: la necesidad de sentir que nos escuchan.
¿Cómo es posible que personas que no se conocen para nada compartan experiencias tan íntimas, algunas muy dolorosas? ¿Dónde está esa vergüenza que nos impide a veces hablar y pedir ayuda? No nos costó nada hablar de nosotras mismas, yo llegué a sentirme reconocida en las palabras de algunas de mis compañeras.
En un momento determinado, Beatriz se concentró en una de nosotras, una mujer que esperaba tener su vida “resuelta” a estas alturas de la misma, y que se encuentra con que todavía tiene que resolver algunas situaciones. El consejo que le dio fue que intentara utilizar menos el lenguaje verbal y que, en cambio, abusara de la comunicación no verbal para mejorar esa relación que le preocupaba.
Pensé que quizás eso es lo que me está pidiendo mi hijo mayor.
Hugo tiene 6 años y acaba de comenzar 1º de Primaria. Por todas partes, hace meses, un mensaje martillea su cabeza: “te vas a hacer mayor”, “qué mayor eres ya”, “ya verás qué genial es hacerse mayor”. Se lo decimos intentando infundirle ánimo en el paso de Infantil a Primaria, pensando que eso le ayudará. Aunque él no entienda de momento por qué es tan estupendo crecer y madurar.
Es un niño muy racional, ya con cuatro años me hacía preguntas sobre la muerte, sobre Dios… Me resultaba complicado contestar sin darle un enfoque demasiado adulto. Ha sido siempre muy responsable y tiende a abstraerse de sí mismo y de la situación en la que se encuentre. Observa mucho y, en comparación, no habla tanto.
A finales de verano, y ahora con el comienzo de curso, he notado en él ciertos cambios. De repente empieza a posicionarse, manifiesta su desacuerdo con más vehemencia, se deja llevar a veces por cierta ira… pero al mismo tiempo a veces llora sin entender por qué.
Cuando Beatriz le dijo a mi compañera: besa más, sonríe más, exige menos, comparte más, toca más… Pensé que quizás Hugo estaba demandando de mí eso. Que vale, que sí, que se está haciendo mayor, pero también se está enfrentando a situaciones nuevas, y aunque está dispuesto a enfrentarse, no puede evitar sentir algo de miedo. Y que a lo mejor cuando lo siente no necesita palabras y razonamientos lógicos. Pensé que lo que necesita sentir es que hay un lugar donde refugiarse para coger fuerzas: los brazos de su madre.
Al llegar a casa después del encuentro, le saludé, él estaba ensimismado con su albúm de cromos de la Liga. Sin dar importancia a que apenas me devolviera el beso, le pregunté: ¿quieres que te lea hoy un cuento? Antes lo hacíamos más a menudo pero la llegada de su hermano hizo que la balanza se desequilibrara un poco a favor del pequeño.
Olvidó su interesante álbum, me miró a la cara sonriendo con los ojos, y me dio un abrazo que transmitió tanto amor y tanto agradecimiento… Comprendí que me echa de menos.
A veces me empeño en encontrar teorías, analizar las conductas, leer sobre cómo educar… pero después, de la manera más tonta, la respuesta se pone delante de ti.
Sólo es necesario ponerte en actitud de escuchar lo que la vida te dice.
Hacerse mayor es muy complicado y educar es hablar, besar, hablar, abrazar, hablar, empatizar, hablar, amar, hablar, escuchar, hablar, regañar, hablar…… hacerles entender que papá y mamá van a estar ahi siempre, pero hasta que esto lo lleven a la practica y encuentren su identidad hay que estar ahi, leer sus ojos y escuchar sus silencios.
Es dificil, pero el carnet de padre y madre que nos dieron en su momento nos da herramientas para llevarlo a cabo. Tengo confianza.
Hermosa reflexión y foto
¡me encanta!
A veces es más sencillo de lo que nos imaginamos. Muy bonito.
Bss
Y que difícil resulta pedir ayuda!!! Mucho!!! Pero no pasa nada por hacerlo….aunque no siempre obtengamos la respuesta deseada….
Hugo se enfrenta a un cambio pequeño para nosotros los adultos pero crucial para el..su mundo va a cambiar….y tenemos que estar con el, nosotros los mayores, como bien dices con pequeños gestos….
Vamos siempre tan deprisa…