Es difícil sufrir las críticas a la persona amada y, además, en un movimiento que desaprobamos en los niños pero que repetimos de mayores, la censura de lo que uno quiere solo sirve de espuela para ese deseo. Poco caso se hace al consejo ajeno que nos avisa del daño que va a llegar, de que la locura consiste en esperar un resultado distinto de la misma causa. El aullido de Lee Moses eriza la piel cuando insiste en la calumnia que corre de boca en boca, de la infamia que mancha a esa mujer «solo porque quiso ser libre», pero la queja se refiere a algo que le sucedió «hace mucho tiempo» con esa chica «que creo que me quiere», y a uno le salta el pensamiento de que, al fin, su madre tenía razón: «Hijo, esa mujer te romperá el corazón y luego te despreciará».
Bad girl, mama.
Bad, bad girl.
Descubrí esta canción al final de L’Apollonide : Souvenirs de la Maison Close (Bertrand Bonello, 2011), en la que rompía como un trueno la gélida reclusión del burdel que se retrata en la película.
Tarareo escrito por @Alvaroquinn.
«Mala mujer, mala mujer
Me han dejado cicatrices por todo mi cuerpo tus uñas de gel»
Tángana no tuvo quién le avisara