Hoy he estado pensando en ti. No en los recuerdos que tenemos en común, sino en tu ahora. Me he imaginado cómo estarías y sólo me venían a la mente momentos de soledad y melancolía. Encima de tu cama, empapando tu almohada, sintiendo desasosiego y dolor. Un dolor interior que abarca lo físico y lo mental y que te aísla completamente del resto del mundo, que hoy por hoy crees ajeno a ti.
Te aseguro que no es así. No me eres indiferente. Nada me haría más feliz que poder echarme a tu lado y abrazarte. Acariciaría tu pelo mientras tú, en un océano de desconsolación, expulsarías los demonios que te atormentan liberando el llanto que en estos momentos te corta la respiración. Entre lágrimas, describirías tu dolor y, ante mi atención y comprensión, conseguirías serenarte para al menos darte esa merecida tregua nocturna de sueño profundo que repondría parte de las fuerzas que tanto te fallan a lo largo del día.
Tantas noches me acuesto y, repasando la situación de las personas a las que quiero, me vienes a la cabeza. Lo único que me tranquiliza es elucubrar acerca de cómo mi imaginación podría llegarte de algún modo no descrito aún por las leyes de la física en forma de calidez y tranquilidad. En forma de ese respiro, esa bocanada de oxígeno que necesitan tus pulmones, extenuados de tanto sobresalto.
Sé que no te va bien. Y que cuando nos vemos sólo necesitas evadirte, que te muestre mi lado divertido y te haga pasar unas horas fuera del temor que últimamente va consumiéndote poco a poco. Es por eso que no suelo preguntarte cómo va todo. Sólo lo hago cuando necesito saberlo de tu boca y no por terceros. Después simplemente me relajo en tu compañía. Pero quiero que sepas que, al despedirnos, en ese abrazo que nos damos, hay mucho más que un “hasta la próxima”. Hay un amor que intento transmitirte de pecho a pecho. Un amor que este amigo, a veces demasiado cerebral, no se cansa de regalarte, sacando a pasear esa faceta soñadora que lo ha acompañado desde que el primer haz de luz traspasó las córneas de esos ojos suyos que lloran hoy por ti.
Ártico
Ártico, es precioso esto que has escrito. Sale del alma…
Ártico enhorabuena me has dejado sin palabras!
El despertar
Son las 06:00 AM y escucho lejos el sonido, que con el tiempo se hace cada vez más irritante y perturbador, de una de esas aplicaciones pre-instaladas en la ultima gama de aparatos de telefonía. Me voy del salón a la habitación para quitarlo de inmediato por la sensación de asco que me produce ese sonido (que no hace nada más que llamarme a la atención de que tengo que abandonarme a mi mismo para prestar servicios profesionales en una multinacional).
Son las 06:00 AM y han pasado tres horas desde que me he arrastrado de la cama al sofá (insomnio aparentemente normal). Tres horas en que he podido dedicar el tiempo a producir mis propios sueños, donde tu estarías a mi lado, en la cama abrazandome, o que sencillamente pudiese escuchar tu respiración mientras duermes. Un sueño de tres horas despierto donde he podido pasar por todas sus fases:
Etapa 1 – Adormecimiento: con la duración del trayecto cama-sofá y un cigarro. Es el momento en que me pregunto: Porqué a esta hora? Que me está pasando? Porqué no puedo seguir? Preguntas para las cuales ya tengo respuesta pero que aun así siempre me las hago. Al terminar el cigarro ya se han disipado. Me acuerdo que te quiero pero que no te puedo tocar con la punta del pié (la misma técnica que utilizaba cuando hacia calor en las noches de verano para poder estar en contacto con tu piel).
Etapa 2 – Sueño ligero: parte del sueño que empieza con la imagen de la punta del pié y que se expande a otras situaciones vividas en conjunto. Por mi cabeza pasan todos los mejores momentos que hemos vivido. Van desde la corbata que has utilizado para conocer a mis amigos en una noche aparentemente informal, la guitarra en el camping que montábamos en el salón de mi casa juntando varias camas, rodeados de amigos. La mousse de chocolate liquida hecha para mi cumpleaños (batiendo los huevos con un tenedor). Las poses erótico-cómicas en un hotel de Bruselas. Las noches de sushi y telebasura.
Etapa 3 – Sueño de transición: empieza el cambio. Paso de disfrutar a razonar de nuevo. Y porqué? Porque son solo recordaciones? No habrán más? Que ha pasado? Que he hecho?
Etapa 4 – Sueño delta: Es la clave. Implica la disolución de la tranquilidad que me producía pensar en lo que hemos pasado. Según los especialistas es esta fase la que determina la buena o mala calidad del sueño y conociéndome ya sé cual va a ser el resultado. Es un sueño más profundo, donde recapitulo paso por paso el exterminio fugaz de la mejor época de mi vida. Los lloros me vienen a la cabeza (los tuyos, no los míos). Si hay algo que no me puedo perdonar es el momento en que te vi como un paciente moribundo. La persona en que siempre me he apoyado está destrozada, como nunca la he visto. Y yo sin poder hacer nada…
Fase REM: fase en que el cerebro esta muy activo. REM proviene de la frase en inglés Rapid Eye Movement (Movimiento del Ojo Rápido). Nunca mejor dicho. Porque es justo aquí que empiezo a sentir, incluso físicamente, las reacciones que me produce la etapa anterior. Miro frenéticamente al rededor, me levanto, camino rápidamente por el salón agarrado a mi vientre. Es el momento de otro cigarro. Te busco, pero no te encuentro. Lloro, si. Lloro hasta caerme en el suelo, sin fuerzas. Quiero una solución ya para esta situación. Empiezo a pensar que no aguantaré mucho más esta sensación. Te quiero. Te echo de menos. Pero no estás.
Son las 06:00 AM y al deslizar el dedo sobre la pantalla del movil, no puedo de dejar pensar que la atención y comprensión que me dedicas es para serenarme y darme al menos una tregua nocturna. No puedo parar de pensar que intentas hacerme llegar tu imaginación en forma de respiro. No dejo de pensar en tu abrazo que sé que significa algo más que «hasta la próxima». Este es el momento en que el dolor se multiplica: tus muestras de cariño y apoyo se veen soportadas por las metáforas asociados a una fecha de caducidad, con inicio fin. En momentos concretos. Tan cortos como un respiro. El dolor se multiplica porque veo reflejada en tus expresiones la asunción de un fin rotundo, donde lo único que te puedes permitir son muestras de cariño con la intención de ayudarme a superar esta situación. El dolor se multiplica al pensar en tu amor de amigo.
Son las 06:00 AM y te quiero.